martes, 11 de febrero de 2020

Jorge y The Lamb

Tengo una rutina antes de empezar a contar una sesión a estudiantes. Cuando todos y todas están sentados les hago una señal a las maestras y maestros para que brevemente se "reúnan" conmigo en un rincón de la sala donde nadie más nos pueda oír.

En español (para alivio de muchos) les pregunto:
- ¿Hay algún niño o niña con alguna diversidad que deba tener en cuenta para la sesión de cuentos de hoy?
Es habitual que en los grupos a los que narro haya niños y niñas TEA (trastornos de espectro autista), Down, etc y me gusta estar informado para saber cómo interactuar durante la narración.
Para asegurarme suelo preguntar también:
- ¿Ven y oyen todos los niños y niñas bien?
Es habitual que haya algún niño o niña con problemas de vista o audición y me aseguro de que está sentado o sentada cerquita mía.

Narrar con algún niño o niña de estas características es un reto que asumo encantado. Además me pone a prueba, y me hace utilizar ciertas herramientas y mejorar como profesional. 

Estos días he estado narrando mi versión de "The Lamb Who Came For Dinner" ("La ovejita que vino a cenar") en las Bibliotecas Públicas de Arganda del Rey (Madrid) como parte de una campaña escolar organizada por dichas bibliotecas.


Contando en la Biblioteca Pública Municipal Pablo Neruda de Arganda del Rey
(Foto de Sol Salcedo Sanz)

En una de las sesiones había un niño autista. Le llamaremos Jorge. La profesora prefirió no explicarme demasiado antes de las sesión y decidimos que iríamos viendo las necesidades de Jorge según avanzaba la sesión. Es verdad que hay tantos espectros dentro del autismo que es muy difícil explicar en unos segundos las peculiaridades de los niños y niñas que lo tienen.

Nada más empezar me dí cuenta que a Jorge no le gustaban las voces altas. Un momento después vi que le asustaban las onomatopeyas. No le gustaban las cancioncillas y ritmos que utilizo habitualmente. Al acercarme a Jorge con una pequeña oveja/títere que utilizo durante la narración se asustó. Durante los primeros minutos de la narración Jorge lloró y se llevó las manos a la cabeza con evidente estrés. 
Preocupado miré en varias ocasiones a la profesora que acompañaba a Jorge y ella me hizo gestos de que prudentemente siguiera adelante.
Modulé mi voz. Reduje las onomatopeyas. Limité las canciones y ritmos al mínimo. Según iba adaptando la sesión a las necesidades de ese niño me dio por pensar que la sesión estaba perdiendo ritmo y algo de brillo. Pero esas dudas sólo las albergaba yo y, la sesión, aunque no fue la habitual, salió muy bien. 
No pasa nada por salirse de lo habitual.

Al finalizar la sesión, y según salía el grupo de la sala de infantil de la biblioteca donde estaba narrando, me acerqué a Jorge. ¡Resulta que Jorge estaba tarareando una de las melodías que canto en la sesión! Le pregunté si le había gustado y me dijo que sí y me regaló una pequeña sonrisa. Incluso me miró a los ojos durante un instante. Para despedirnos nos dimos un abrazo de esos reconfortantes. I´m a lucky guy !

Según he terminado de escribir esta pequeña publicación me he acordado que en Septiembre de 2018 AEDA (la Asociación de narradores de la que soy miembro) dedicó su boletín mensual a la Narración Oral y Diversidad Funcional. (Pincha en su título). Lo he vuelto a leer y me ha vuelto a encantar. Te invito a que lo disfrutes tú también.

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