Antecedentes
Llegué al mundo de la narración oral un poco por casualidad.
Necesitaba urgentemente reciclarme a nivel profesional y pensé (más bien lo pensó mi pareja) que gracias a mi capacidad de comunicación y mi
conocimiento del inglés estaría bien que contase cuentos en esa lengua por los
coles.
El próximo septiembre hará de eso siete años.
Desde el primer momento las sesiones de storytelling que proponía tuvieron buena acogida y enseguida me di
cuenta de que debía profesionalizarme.
Conocía a Pep Bruno de oírle en la radio, pero fue una amiga
común la que me recomendó que me pusiera en contacto con él. Al poco tiempo asistí a
uno de sus cursos de repertorio. Fue enriquecedor, aunque Pep no fue
complaciente conmigo y mirando atrás se lo agradezco… ¡¿creo!?
Lo siguiente fue hacer un pequeño curso organizado por la
Biblioteca Pública Municipal de Villanueva de la Torre, localidad en la que
resido, impartido por Estrella Ortiz. Mis ojos y oídos cada vez percibían más y
mi cerebro tendía a la excitación de la mano de la oralidad.
¡Qué importante es rodearse de la gente adecuada cuando uno
intenta crecer! Estoy muy agradecido.
El volumen de trabajo seguía creciendo a un ritmo
ilusionante y yo cada vez me sentía más cómodo en mi nueva profesión. Ya habían
pasado dos años desde el inicio de esta aventura de los cuentos, pero no tenía
prácticamente ninguna relación con otros compañeros y compañeras del gremio. Si
que me cruzaba de vez en cuando con Pep y cada vez que lo hacía él me sugería de
manera insistente que diera un paso más hacia la profesionalización dándome de
alta como trabajador autónomo.
Uno de los días que Pep y yo nos cruzamos andando por las
calles de Azuqueca le dije antes de que él pudiera decirme nada: “¡Ya soy
autónomo!”, a lo que él en una milésima de segundo me respondió: “¡Hazte de
AEDA!”. ¿AEDA? ¿Qué era AEDA?
Ese mismo verano de 2105 acudí a mi primera Escuela de
Verano de AEDA. Esa edición se celebró en Ezcaray. Recuerdo perfectamente el
momento en el que entré en el comedor del albergue donde se alojaba la gente de
la escuela. Entré nervioso y me acerqué a un grupo de personas entre los que
estaba Pep. Pep se levantó, me saludó y le dijo al resto de personas que ahí
estaban algo así como: “Este es Estibi”.
Sobre mi experiencia en esa escuela escribí un post en este blog. Sólo diré que elegí hacer el curso que impartía Estrella Ortiz (me había
quedado con ganas de más en el curso que había hecho con ella un tiempo atrás)
y que al descubrir quienes era mis compañeros y compañeras de curso me hice
pequeñito. Me arrugué en mi silla. Eran una mezcla de reputados y reputadas
cuentistas, y apasionados del cuento narrado. Para cuando finalizó esa edición
de la Escuela de Verano había vuelto a mi tamaño natural de la mano de todas
las emociones ahí vividas. Algo hizo click en mi cabeza. Las piezas del puzzle empezaban
a encajar. Todo empezó a tener sentido pese a llevarme de ahí la sensación de
que me quedaba mucho por hacer, por aprender, por experimentar…
Desde esa semana que pasé en Ezcaray venero a Estrella Ortiz
y puedo llamar amigos a unos cuentos compañeros y compañeras de profesión.
También volví a casa sabiendo que mi propuesta artística no
se ajustaba del todo al concepto de narración oral que yo veía en otros
narradores y narradoras. Un sentimiento que ha marcado mi corta vida como
narrador. Sensación con la que he luchado y con la que empiezo a saber vivir.
Sensación que a veces ha sido positiva y en muchos otros momentos negativa. Cierto
pudor que me acompaña.
Desde entonces todo ha evolucionado a una velocidad que a mi
parecer es sideral. Entre otras cosas he asistido a un total de cuatro escuelas
de AEDA, he recitado poesía en el Coro Poético y Peripatético de Estrella
Ortiz, he acudido a cuantas charlas y seminarios sobre el oficio he podido. Al vivir cerquita de Guadalajara y Azuqueca he tenido la fortuna de asistir a infinidad de sesiones de narración
oral para público adulto y público familiar. Hasta he pasado ser miembro de la
junta de AEDA.
Por el camino he podido conocer a mucha gente del mundillo.
Muchos de ellos narradores y narradoras por los que siento un profundo respeto
a nivel profesional. Algunos de ellos compañeros y compañeras por las que
siento un especial cariño. Personas a las que quiero.
Todo esto os lo cuento para poneros en situación respecto al
maravilloso fin de semana que acabo de pasar en el Maratón de Cuentos de
Guadalajara.
Cartel de esta edición del maratón de Cuentos de Guadalajara. |
28º edición del
Maratón de Cuentos de Guadalajara
La vida quiere que el Maratón de Cuentos de Guadalajara
coincida siempre con varios eventos familiares que hacen que no pueda vivir el
Maratón con la intensidad que me gustaría, pero con el tiempo he madurado y he
decidido que allá donde esté es dónde centraré mi atención.
Los días previos al Maratón se pusieron la mar de
interesantes cuando el miércoles por la mañana, entre sesión y sesión de
cuentos en un cole, recibí una llamada de la gente del Mercado de Abastos de
Guadalajara. Se habían dado cuenta que se acercaba el Maratón de Cuentos y que
en su habitual agenda de actividades para el fin de semana no había cuentos
narrados por ningún lado. Llamaron a Concha Carlavilla (presidenta del
Seminario de LIJ de Guadalajara que es el que se encarga de organizar el Maratón) y ella les
sugirió que me contactaran.
¡A mí!
¡Ay que ilusión formar parte de la programación
oficial del Maratón!
¡Aunque fuera a último momento!
¡Ay que ilusión!
No son muchas las ocasiones en las que puedo contar cuentos
a público familiar en Guadalajara (hacía un año y medio que no ocurría)
y el viernes vinieron a oírme varias familias que estaban atentas a cuando narraría mi próxima sesión de storytelling
en abierto. Además, vinieron algunas familias que sintieron curiosidad por esto
de la narración en inglés. Por supuesto vino mi hermana que se trajo consigo a nuestra madre. Especial ilusión me hizo que viniera a verme/oírme mi amiga Ana
Apika. Ana es una narradora vasca que es de lo mejorcito que me ha ocurrido en
este mundo de la narración. ¡Entre el público había una familia que había
venido de la islas canarias a disfrutar del Maratón! En total unas cincuenta
personas con ganas de escuchar historias.
Storytelling en el Mercado de Abastos de Guadalajara. |
Al finalizar mi sesión y con la satisfacción del
trabajo bien hecho me fui al Palacio de Dávalos con ganas de oír cuentos
inauditos.
En el Maratón hay tanta oferta de actividades que se suelen
solapar unas con otras y tienes que tomar la dolorosa decisión de elegir unas
sobre otras. Por ejemplo, yo narraba a las 19:30 y a las 20:00 coreaba el Coro
Peripatético mientras los narradores inauditos contaban cuentos en la
Biblioteca de Dávalos. ¡Para la biblio que me fui! Una buena parte del público
que asiste a los inauditos son compañeros narradores y narradoras con ganas de
pasarlo bien, y se crea un ambiente muy bonito.
Caxoto contando cuentos en los Inauditos del Maratón de Cuentos de Guadalajara. |
En el Maratón de Cuentos de Guadalajara se da la mayor
concentración de narradores y narradoras por metro cuadrado. Entre el público
estaba el comando gallego apoyando a Caxoto. Me senté cerca del comando canario.
En el lado opuesto de la sala ví a las majas del comando Mediterráneo. Después
de reírnos a carcajadas con la narración de Caxoto finalizaron los inauditos y
llegó el momento de los abrazos. Lo bueno del Maratón de Cuentos de Guadalajara
es que puedes abrazar a muchos compañeros y compañeras. Lo malo es que en
algunos casos solo se queda en eso… en un abrazo, que no es poco, pero que en algunos
casos te deja con ganas de más.
Era la hora de cenar y Ana Apika y yo nos escapamos a ponernos
al día de nuestras vidas. ¿Qué tal el curro?, ¿cómo va la familia?, ¿otra cerveza?, ¿qué haces
este verano?... A eso de las 11:30 de la noche por fin entré al Palacio del Infantado.
Más abrazos, besos y pequeños guiños de complicidad.
Después de un rato dando vueltas me senté junto a Pep y
Sandra Araguas a escuchar cuentos y a compartir algún chascarrillo. Pude disfrutar
con los cuentos de entre otros Celso (me podría narrar la lista de la compra y me gustaría), Guti,
el propio Pep, Martha Escudero, Tania Muñoz (única e intrasferible), Victoria
Gullón (me encanta su forma de cantar romances), La Chica Charcos, Carlos Alba,
Bea Regadera, Ana Griott (¡lo gozo con ella!), Charo Jaular, Margarita del Mazo, Sherezade Bardají (un poco punky en esta edición) y un largo etcétera… A eso de las 4:00 de la mañana me fui a casa. El día había
empezado contando cuentos a las 9 de la mañana en un cole de San Sebastian de
los Reyes y acababa con mi cuerpo cayendo a plomo en la cama a eso de las 5:00
de la mañana.
Al día siguiente logré llegar al Maratón a eso de las 9:30 de
la noche. Escuché junto a Vero Rilo los cuentos que narraron gran parte de sus
compañeras del comando gallego. Creo que nunca había oído narrar a Ángeles Goas
y disfruté de lo lindo con su cuento. Lo de los gallegos merece un capítulo
aparte.
Era la hora de la cena y me uní al grupo de amigos y amigas
que habían salido del Festival de Narración del Teatro Moderno e iban a cenar
en el comedor de campaña de la Biblioteca de Dávalos. Cenar ahí es como cenar
en la gala de los premios nobel de la narración. Es un poco más informal, pero
no menos interesante. Te permite asaltar por un minuto a Quico Cadaval para
comentar algún concepto. Puedes saludar a toda la gente del Seminario LIJ de
Guadalajara. Es de las pocas oportunidades que te ofrece el fin de semana de
hablar un poco más pausadamente con los compañeros y compañeras. ¿Que te ha parecido
fulanito?, ¡fulanita es una crack!...
Una vez lleno el buche, saliendo de la biblio, saludé a mi
querida Estrella Ortiz. Hice lo posible por pegarme a ella y acabamos teniendo
una muy agradable conversación sobre la narración y la vida. Hablar con
Estrella me da tranquilidad y me carga las pilas. ¡Ambas cosas a la vez!
Quico Cadaval dice que "las historias son como las cerezas" y de su solapa cuelgan unas. |
Una vez de vuelta en Palacio del Infantado dejé a Estrella
en paz y me senté en primera fila. No quería que nada evitase mi total disfrute
de la velada. ¡Y vaya si lo disfruté! Qué gozo. En esa primera fila y a mi
derecha estaban sentadas Margarita del mazo, Patricia La Chica Charcos y junto
a mí Virginia Imaz. A mi izquierda y pegadita a mí Charo Jaular (Charo es muy de
pegarse) y a nuestros pies Ana Apika. ¡Qué bien me lo pasé con ellas! Oír
cuentos acompañado de narradores es muy bonito. Como os he comentado antes se
crea una complicidad muy especial. Pasaron por el escenario entre otras las
propias Ana y Virginia, e Isabel Bolivar, Luisa Borreguero, Mon MAs (¡auuuuuuu!), Rodorín, Pepe
Maestro (lo descubrí hace poco y me parece genial), Domingo Chinchilla, Carles Cano, Carolina Rueda (¡que voz!),
Paula Carballeira (la bruja por excelencia), Estrella Ortiz (fiel a su estilo
para mí es un ejemplo a seguir) y Pablo Albo (el despiporre hecho narración).
De vez en cuando miraba hacia atrás y veía un patio de madrugada lleno de gente disfrutando de los cuentos narrados. ¡Anda pero si está Dorleta! Beso al aire para ella y beso por el aire de vuelta. Eran ya las 3:00 de la mañana y llevaba un buen rato queriéndome ir, pero cada vez
que me levantaba veía que subía otro pedazo de narrador al escenario y me
sentaba. Además, las risas que nos estábamos echando Ana, Charo y yo hacía
difícil lo de irse, pero, consciente de que había que madrugar en unas pocas
horas, me fui a casa. Une vez en la cama tardé en dormirme una hora. Mi cerebro
estaba excitado. En mis oídos todavía resonaban las historias y en mis ojos permanecían
las imágenes de una velada para el recuerdo.
En este texto he nombrado a unos treinta y tres narradoras y narradoras profesionales. He dejado fuera a por lo menos otros veinte. ¡Ese es el nivelazo que hay en el Maratón!
En este texto he nombrado a unos treinta y tres narradoras y narradoras profesionales. He dejado fuera a por lo menos otros veinte. ¡Ese es el nivelazo que hay en el Maratón!
Estrella Ortiz contando desde su libro transparente. |
Conclusiones
Empecé a acudir regularmente al Maratón de Cuentos de Guadalajara
el año que empecé a contar cuentos. Anteriormente sólo había asistido a alguna que otra
edición.
Conforme mi amor por la narración ha ido creciendo el Maratón
se ha convertido para mí en una cita imprescindible. El Maratón marca el final de mi temporada de cuentos. Es además una de las pocas oportunidades que
tengo a lo largo del año para abrazar y conversar con compañeros y compañeras
oficio. Este oficio es, de una extraña manera, bastante solitario y además necesito de
estas citas para comparar notas, para resolver dudas… y para sentirme parte de
un gremio. Por supuesto el Maratón me da la oportunidad de oír cuentos por boca
de aficionados y profesionales que se unen durante un fin de semana gracias a
su amor por el cuento contado.
Este año me he sentido como aquella vez que asistí a mi
primera escuela de AEDA. He sentido que todas las piezas encajan y creo que mi
visión del Maratón ha cambiado. Desde ahora ya no será lo mismo para mí y no me
cabe duda de que será mejor.
Gracias a toda la organización que hace posible que el
maratón de Cuentos de Guadalajara tenga lugar todos los años. Un gran grupo de
voluntarios y voluntarias que con su amor por los cuentos contados hacen que gente
como yo pasemos momentos inolvidables.
No hay comentarios:
Publicar un comentario